lunes, 8 de mayo de 2023

El bote de mami 6

 El bote 6

_Mami, mami.

_¿Qué quieres mi amor?

_Dicen los niños que no puedo ir con ellos. Que no sé jugar.

_No les hagas caso. Seguro que ellos no pueden imaginar cuentos nuevos cada noche. Ellos no lo pueden adivinar.

_Esos cuentos son nuestros.

_Claro.

_Me aburro en el patio. Dicen que no sé saltar a las gomas, pero no me importa parar. Las niñas saltan y enredan sus pies. Quise jugar y no me acordé de los pasos que tenía que dar. Me siento en la grada y miro el balón que patean los chicos mayores. Si se les escapa lo cojo, pero se enfadan. Me dicen que soy chica y no puedo jugar allí.

_Ayer me empujaron y se me cayeron las galletas al suelo. En vez de disculparse las pisaron. Me hicieron llorar. Vino una niña más mayor y les riñó, pero le sacaron la lengua. Es Pili, la que me enseña libros y me los lee. Los lunes, después del recreo viene con los de su clase. Hacemos biblioteca. Ella es mi tutora lectora. Estaba en el patio porque le tocaba vigilar que no se tiren cosas al suelo. Lleva un chaleco verde. 

_Lo sé. Son los alumnos del ciclo medio.

_¡Lo sabes!

_Claro. No te acuerdas de que tuvimos una reunión al empezar el curso.

_Es verdad. Ya no me acordaba.

_Vamos a hacer una cosa. Escribiremos en un papel tu deseo. Tú me lo dices y yo lo escribo.

_¿Qué ponemos?

_Lo tienes que pensar tú. Cuando lo sepas te lo escribo. Elige uno de estos papeles. ¿Qué color quieres?

_El verde. Como el chaleco que llevaba Pili.

_Está bien. Ahora, dime, ¿qué deseo escribimos?

_Que me dejen jugar.

_A ver. Concretemos. ¿Quiénes?

_Las niñas de mi clase.

_¿Todas?

_Sí, todas.

_”Emma desea jugar con las niñas.”

_¿Te vale?

_¡Sí!

_Ya está. Ahora dóblalo y piensa en tu deseo, apretándolo antes de depositarlo en el tarro de los deseos.

Emma tenía cinco años cuando su abuela le había sugerido pedir esos deseos. No lo recordaba. 

La madre y la abuela hicieron lo posible por allanarle el terreno. En esa y otras ocasiones fueron a hablar con la dirección del centro. La intervención se hizo notar. El personal docente intervenía para integrarla en actividades y juegos.

_Mami, mami.

_Dime mi amor.

_Hoy he jugado con las niñas. No sé saltar a las gomas, pero me han dejado participar. También hay otra niña que falla y la para. Aún así, cuando ha fallado otra, me han enseñado a hacer movimientos más fáciles. Dice la maestra que nadie nace enseñado. Tampoco me han tirado las galletas. Hoy he sido feliz. Ya no me aburro. 


domingo, 7 de mayo de 2023

El bote de mami 5

 El bote 5

El bote de los deseos. Así lo voy a llamar. Me concentraré y lo apretaré con mis manos. No lo moveré de sitio. Conseguiré que cumpla lo que yo le pida. Probaré. Primero con algo simple.

Ona me preguntó. Dijo que es un tarro. Debe querer decir lo mismo. La próxima vez que le pregunte a mami usaré esa palabra.

Me dijo Ona que le resulta curioso ver cómo cambia de tonalidad.

Ona y yo nos hemos acostumbrado. No me molesta en casa. Ella va a lo suyo. Saluda y es amable. No se queda en el salón. Estudia y usa su ordenador en su habitación. Tiene el detalle de no cerrar su puerta. Me dijo que si no me molesta la tendrá abierta. Tampoco corre el seguro del aseo. Si se va a duchar me lo dice. Es ordenada. No deja nada por fregar. Yo soy más despreocupada. A veces salgo de casa sin recoger.

Tengo confianza en ella. Está y no molesta. A mí me gusta pasar el tiempo viendo la tele. Desde que está ella procuro no tenerla muy alta. Aunque no me ha dicho nada, pienso que le podría molestar. Ella escucha música cuando hace sus trabajos en el ordenador. No sé qué le gusta. Tengo curiosidad, pero no quiero ser entrometida. Yo escucho música cuando no hago otra cosa. Sobretodo cuando camino y voy a los sitios. Me gusta esa sensación de ver el mundo animado por lo que me gusta escuchar.

He empezado acariciando el bote, o tarro. Su tacto es cálido, si lo tocó con suavidad. Es frío si aprieto con fuerza, concentrando mis pensamientos. Hoy le he pedido que mami me escuche cuando le hablé de él.

Recuerdo que mami me hacía escribir un deseo y decía que lo iba a guardar en un sitio secreto para que se cumpliera. Si lo pudiera abrir escribiría ese deseo y lo guardaría dentro. La próxima vez le pediré que se deje abrir. Igual lo consigo.

Cuando dije tarro, mami me miró. Parece que he acertado. Fue algo fugaz. Cada día es más difícil. Las cuidadoras me dicen que no me desanime, que ese rato que pasamos juntas le hace mucho bien. A mí también.

Desde que Ona vive aquí no tengo miedo. Ya no pongo el palo de la fregona cruzado detrás de la puerta. Me acobardé con esas llamadas.

sábado, 6 de mayo de 2023

El bote de mami 4

 El bote 4

_Mami, tengo un bote que me gustaría enseñarte. Le cambia el color, según le da la luz. Casi es un reloj. De noche, en la oscuridad advierto su presencia por un ligero resplandor blanquecino, como el de esas luces que teníamos a lo largo del pasillo de casa. 

_Luces. 

_¿Repites o sabes de lo que te estoy hablando?

Con su mutismo la abuela con la mirada perdida en un punto incierto no respondía.

Aquellas luces se activaban de noche, para que no tuviera miedo a la oscuridad y fuera al aseo si era necesario.

Emma no lo recordaría, pero esos terrores nocturnos provenían de pesadillas, desde que su hermana les había presentado al extraño.

Seguía siendo un extraño. Por mucho que el resto se empeñara en hacerlo parte de la familia. Ella nunca lo reconocería. Intuía peligro. Le temía.

Ese rechazo se extendió a su sobrino.

Cuando se lo presentaron recién nacido gritó y lloró. 

Pensaron que su condición le hacía rechazarlo. 

_Miedo.

_¿Qué dices, mami?

Esa era la razón. Su miedo. Pensó en la barriga de Lara reventada y sangrando. No se calmó. Las sábanas azuladas no le dejaban ver su cuerpo. Tras su sonrisa forzada unos ojos hundidos le taladraban. 

_Ven, cógelo.

_¡Nooo…!

Nunca lo tocó. Lo evitó. Cuando estaban de visita, ella se encerraba en su habitación.

Para comer, en las ocasiones en que se juntaban, se sentaba entre su hermano y su abuela, con la vista baja mirando su plato, evitando cruzar la mínima mirada. Si le hablaban, gruñía. Apenas probaba bocado. Se retiraba sin decir nada. No salía hasta estar segura de que hubieran marchado.

_Ya ves hija. No puedes dejarlo. Ya nos gustaría, pero a Emma no hay quien la cambie. Dice de tu marido y tu hijo que son extraños, que no duerme si sabe que andan por casa. Para nosotras es importante que haya paz, no queremos que se arañe la cara ni se corte el pelo, como hizo aquel día en que os quedasteis a dormir en casa. Nos han dicho que nunca se convencerá ni cambiará. Es una fobia de la que desconocen el origen, y no vamos a darle somníferos por esto, cuando normalmente está equilibrada.

Emma escuchaba. Entendía que exagerando había conseguido que nunca más se quedaran. No era tonta. Sabía cómo evitarlos, pero ahora las cosas se complicaban. Temía no entenderse con Ona, la chica que le presentaron. Convivir con ella era un reto, pero era la única salida posible. No quería tener que renunciar a vivir en su apartamento. No podría soportarlo.

Emma era capaz de moverse en la ciudad. No necesitaba que nadie la acompañara para ir a los sitios o para comprar. No tenía amigos, ni amigas, porque no le gustaba jugar su juego, el de imitar los comportamientos aprendidos de los demás. Ella quería ser individual. Se sentía única y especial. Su madre y abuela habían hecho que ella se sintiera capaz. Nunca le ayudaban si ella no lo pedía. Desde bien pequeña, cuando iba a los primeros cursos superaba a la mayoría en atar los cordones de sus zapatillas y abotonarse la bata. Siempre había estado en la escolaridad normalizada. Consiguieron que no fuera a un centro especial. Para ello buscaron plaza en la escuela que le correspondía por proximidad. La tuvo. Buena era su abuela, que no admitía un no por respuesta.

_Donde no llega ella, llegamos nosotras.

Había oído siempre. Eso le daba confianza y aunque no consiguiera objetivos en aprendizaje estuvo bien integrada participando de la vida escolar. Era buena compañera, querida y apreciada. Llegó al final de su trayecto escolar con capacitación suficiente para resolverse en la vida diaria, terminando los cursos básicos con una adaptación curricular adaptada a sus necesidades.

Emma leía moviendo los labios, pero sin que se le oyera. Escribía mensajes con frases cortas. Su fobia no se conocía. Guardaba sus secretos. Evitaba hacer aquello que pudiera hacer pensar a los demás que era distinta.

Intentaron, después de que terminara la escolaridad obligatoria, llevarla a talleres de aprendizaje con personas que no podían continuar estudios. Allí conoció a aquellos que podían considerar similares, pero no los aceptó. No quería responder a un cliché. Ella era Emma y tenía a su mami y su mamá. No los quería en su vida. No los necesitaba.

jueves, 4 de mayo de 2023

El bote 3

 El bote 3


Cuando sus padres supieron que sería una niña con síndrome de down, no dudaron en llevar a delante el embarazo. A esa niña no le faltaría cariño, ni recursos. Harían todo lo que se pudiera hacer.

Se informaron. Había esperanza. 

Cuando Emma llegó fue un regalo. La abuela fue a vivir con ellos. Ella podía dedicarle toda la atención del mundo, según afirmaba. Los hijos mayores no necesitaban tanta atención. 

No se pueden hacer planes de futuro, haces cuentas y te salen rosarios, según decía la abuela.

Primero el padre. Su muerte sumió a su madre en profunda tristeza. Suerte de la abuela que aguantó y fue soporte. Su yerno, aunque buena persona, no había previsto una circunstancia semejante. Económicamente quedaron cojas. Eso llevó a la madre de Emma a hacer jornadas de más de ocho horas. Trabajaba en la sanidad y podía hacer noches sumadas a jornadas de día. Cogía todas las que le ofertaban. Con ello llegaba dinero a casa. La abuela mantenía el orden y cuidado familiar.

A su sueldo se sumaba una paga de viudedad y de orfandad de sus hijos.

Emma obtuvo la mejor educación posible e integración. Tanto que en su dieciocho cumpleaños se valoró positivo que tuviera su propio domicilio. Se aconsejó favorecer su autonomía. 

La supervisión familiar, mientras viviera la madre estaba asegurada. El problema se planteaba desde el momento en que ella no estaba. La abuela hacía un tiempo que vivía en una residencia. Con ella no se contaba.

Las capacidades de Emma permitían que viviera sola porque se valía. 

Hubiera ido bien una persona cerca, como lo estaba su madre. Su apartamento estaba en un edifico de la misma calle, a pocos pasos de la vivienda de la madre. Su hermano y hermana no estaban cerca. 

La hermana, con buen criterio la quería con ella, pero su vivienda era muy reducida. No disponía de una habitación para Emma. Tampoco sabía nada de los reparos de la pequeña respecto a su marido. Sí que Emma nunca le tuvo aprecio, ni a él ni a su hijo. Lo achacaba a celos. Suponía estaba tan mimada que no los aceptaba.

Julio y Lara buscaron asesoramiento. Se reunieron con una asistente social. Ellos y Emma, para que se la pudiera valorar.

En la valoración se les ofreció una compañía, una chica en prácticas. Una estudiante.

_Nos ha dicho la asistente social que puedes quedarte en tu apartamento si lo compartes. Vas a conocer a una chica. Si te cae bien y quieres, ella viviría contigo. Igual os hacéis amigas. 

_¿Por qué tengo que vivir con una chica?

_Sola no puedes estar. No quieres venir conmigo. ¿Qué podemos hacer?

_Le alquilarás la habitación pequeña. Pondremos un sofá cama en ella. Así seguirás teniendo tu habitación. Ella ocupará poco, porque sus cosas seguirán en casa de sus padres. Es estudiante. No podrá traer a tu casa a nadie que tú no apruebes. Con lo que aporte te ayudará en los gastos. Ya sabes que Julio es el que lleva tus cuentas. Nunca te faltará para tus gastos. Por eso no te preocupes. No es bueno que no tengas a nadie cerca. Espero que os llevéis bien. Ya verás. Te alegrarás de compartir. Mucha gente joven vive con otros de su edad. Por lo menos inténtalo.

_Bueno. 

_Te parece bien.

_Lo intentaré.

_Ya sabes que estoy para lo que necesites. Si tienes dudas hablamos.

_Vale.

_Ahora marcho, que tengo que recoger a tu sobrino. Si quieres acompañarme.

_Para nada. Vete. A ese no lo aguanto.

_No será para tanto.

_Es que tú no ves. Los tíos son insoportables. No sé cómo puedes vivir con ellos. A mí es que me darían arcadas.

_Déjalo estar. 

Lara abrazó a su hermana y marchó. Con cierto pesar, porque le hubiera gustado ver a su hermana de otra manera, pero no cambiaba. Recordaba el enfado que cogió cuando le presentó al que hoy era su marido. Y cuando decidieron casarse. Y cuando nació su hijo. Siempre con cara de malos amigos. No sabía cómo podía cambiarlo. Emma no tenía filtros. Lo que amaba y quería lo manifestaba y lo que rechazaba también. Muchas veces pensó en esos celos. No entendía porqué no cambiaba al respecto. Al principio creyó que aceptaría y que incluso se encariñaría con Nacho, pero no. Parecía que cualquier gesto de él hacía su hermana conseguía el efecto contrario. Lo habían hablado. No había forma de cambiarlo. Emma lo rechazaba. No dejaba que se le acercara.



lunes, 1 de mayo de 2023

El bote 2

 El bote 2

Mami era mi abuela. Me crié con ella. No quería que la llamara en ninguna de las formas que indicaban su vejez. De hecho nunca se sintió anciana. Cuando le hubiera correspondido serlo su cerebro le envió de vuelta. Enfermó, dicen que de olvido.

Cada día voy a su lado. No sabe que mamá murió. No lo soportaría.

Peina y trenza mi pelo. Sus ojos brillan. Pongo música en alto para que oiga la selección que escucho.

Me gustaría poder preguntar por ese bote extraño. Intento sacarlo de casa y llevarlo para que lo vea, pero no puedo. Se ha anclado al lado de la planta y no hay manera. Le hice una foto, pero mami no quiere saber nada de lo que sea mirar la pantalla, de mi móvil o iPad. Sólo quiere bailar. 

No es capaz de ponerse en pie. La manejo en la silla de ruedas y tenemos ese momento especial.

Mi hermana no entra conmigo, cuando vamos a verla. Dicen las cuidadoras que es mejor que no se encuentren, porque se altera. No sé qué mueve su mente. Tampoco parece importarle mucho a Lara que mami la rechace, y si le molesta lo disimula muy bien.

Julio ha venido alguna vez. No parece que lo rechace, pero tampoco lo admite. Sólo me ve a mí.

Dicen que cuenta más el timbre de voz. Cuando llego le llamo. Decirle mami es mi reclamo. Ella me decía que era su tesoro, ahora se lo digo yo. No por decir. Lo es. Me siento feliz a su lado. Las dos horas que estoy son nuestro momento especial. Único. Es un oasis en medio del día. No siempre puedo ir por las tardes. Depende de lo que deba hacer, aunque, si puedo, estamos juntas hasta la hora de su cena, que es al atardecer, cuando el sol busca su ocaso. Tengo suerte de poder ir en metro. Vuelvo callejeando, atesorando sensaciones. Cuando el día alarga es un atardecer muy agradable. En verano es sofocante, tengo que seguir las sombras que me lo alivian. En invierno, cuando el día no lo permite, cojo metro o autobús. Ir en autobús me relaja. Lo cojo cuando veo que puedo sentarme al lado de la ventanilla. Si llueve es muy relajante.

Lara insiste. Dice que si me quedara a vivir con ellos ahorraría. ¡Qué tontería! ¡Ahorrar! ¡¿Para qué?! Como si valiera la pena pensar en mañana. Sólo quiero vivir en presente. Hoy. Ayer duele y mañana… Ni me lo planteo.

Suerte que Julio se puso de mi parte. Entendió que si mamá me había animado a vivir en el apartamento, eso es lo mejor para mí. 

Algunas veces me insultan. Me llaman algo que no voy a reproducir. Mamá y mami me decían que ni siquiera pensara en esos escupitajos que la gente sucia sacaba de su boca.

Mis ojos son rasgados. No hay nadie de mi familia que los tenga así. Dice mi hermano que soy única. Mamá y mami también lo decían.

domingo, 30 de abril de 2023

El bote 1

 El bote


Mamá murió y tuvimos que ir todos juntos a vaciar la casa. Mis hermanos mayores no me vieron cuando me metí dentro de la mochila un bote vacío que había debajo de restos de telas, lanas, hilos y botones. Pesaba. Supuse que tendría algo interesante, pero lo guardé sin mirar su interior. No quería discutir con mi hermana Lara que entraba preguntando si había encontrado algo de valor y que viendo los hilos enredados con todo lo demás me alargó una bolsa de basura.

No sé porqué lo oculté. Algo en mi interior me dijo que no debía enseñar aquel objeto.

El caso es que cada vez se me hizo más pesado cargar con la mochila. Parecía que transportara plomo.

Mi hermano Julio se dio cuenta y me dijo que me sentara que ya seguía él. Supuso que estaba afectada por los recuerdos. Soy la pequeña y era la mimada.


Me llamó mi hermana. Quería saber cómo me encontraba.


_Me preocupas, hermanita. No deberías pasarlo sola. Estos días podrías quedarte conmigo.


No sabía cómo quitármela de encima. Insistía. Yo no quería ir a su casa. Su marido no me cae bien, me mira de una manera que me desagrada. Lo hace cuando estamos a solas. Dormir bajo el mismo techo me tira para atrás. No me atrevo a decírselo a Lara. Ella no lo entendería. Diría que son imaginaciones mías, que me obsesiono con que los hombres son tal o cual. Que debo relajarme.

Está ciega. No se da cuenta de que él no es como lo imagina. 

Yo sí sé. Esa mirada no augura nada bueno. 

Lo evito. Lo evité siempre. Me protejo.


El bote que cogí tiene algo especial. No sé qué, pero es como si mamá estuviera en él. Lo extraño es que cuando quise salir de su casa el bote pesaba, pero una vez estuve sola y de camino a mi apartamento dejé de notar su peso. Lo dejé al lado de una de las macetas. La que me llevé días atrás. Era de las que tenía mamá.


Llaman a la puerta. No espero a nadie. No pienso ir a ver. Que se canse. Como si no estuviera. Nadie viene por aquí. Suelo quedar fuera. Mi espacio es muy reducido y no quiero a nadie en él.

Insiste. No abriré. Si me conoce, ya sabe. Que me envíe un whatsapp.

Mi hermana no puede ser, tiene una copia de la llave. Cuando estoy en casa pongo el cerrojo de seguridad. Ella lo sabe. Me avisaría.


Laura se casó muy joven. Tenía mi edad. Estaba embarazada. Tengo que apuntar que sigue enamorada. ¡No sé qué le ve!

El amor es ciego. Yo diría que miope.

Para mi gusto un hombre no tiene nada de particular, pero ella sabrá.


 


El bote de mami

 


Empieza nueva aventura narrativa.


El bote de mami 6

 El bote 6 _Mami, mami. _¿Qué quieres mi amor? _Dicen los niños que no puedo ir con ellos. Que no sé jugar. _No les hagas caso. Seguro que e...